Esta sal gema se ha conservado en su estado original gracias a la capa rocosa de la cadena alpina. Se extrae de un mar primitivo que se secó hace 250 millones de años durante un gran movimiento geológico. Sus cristales, de colores que oscilan entre el rosa y el castaño, pasando por el naranja, recuerdan a los minerales. Su sabor es directo, puro, nada agresivo, deja en boca una sensación larga, persistente y muy agradable. Es una sal ideal para muchos usos: será el acompañamiento ideal de carnes y pescados grasos, pescados al horno o salsas de tomate... pero también se adapta a platos más delicados, como las verduras en costra de sal y las salsas de queso fresco.
